jueves, 5 de diciembre de 2013

EL TRABAJO ESTA SOBREVALORADO...

Voy a decir una frase, que entiendo que en tiempos en los que hay millones de desocupados, puede sonar a herejía: el trabajo está sobrevalorado. Sí, la digo aunque pueda ser malinterpretada. Porque no hay en ella ninguna intención, ni la más mínima, de ignorar a aquellos que luchan o desean un puesto de trabajo. Todos queremos ganarnos la vida y es algo que de hecho, constituye un derecho. Pero no por esa circunstancia, deja de ser verdad que el trabajo está sobrevalorado pues muchas veces estamos equiparando “ganar dinero” con “trabajar” y aunque son dos conceptos próximos, no son equivalentes.

No obstante, voy a tratar de explicarme mejor. Les copio la etimología que da la wikipedia, sobre la palabra trabajo:

Las palabras castellanas trabajo y trabajar, del castellano antiguo trebejare (esfuerzo, esforzarse), no derivan de la usual latina labor (que da las castellanas labor y laborar), sino de una tortura de la antigua Roma cuyo nombre era tripalĭum (tres palos) y del verbo tripaliāre (torturar o torturarse).

Tal vez ahora empiecen a estar de acuerdo con mi frase inicial. Ya sé que lo que estoy haciendo es retorcer un poco las palabras para llevarlas a mi terreno, pero es la mejor forma que encuentro para llegar adonde quiero llegar. Una cosa es trabajar, en el sentido que lo entiende la teoría económica que sería la medida del esfuerzo hecho por seres humanos, concepto muy unido por tanto al esfuerzo y otra es hacer una labor, que aunque no deja de significar trabajar, proviene de un concepto más ligado a lo artesano y a la tierra y no a los medios de producción. Aunque también tenía en su origen una acepción negativa, de cansancio extremo, pues labrar la tierra era algo agotador. Pero es un modo de jugar un poco con la etimología para abrir la mente a nuevos conceptos.

Está claro que cualquier labor que desempeñemos requiere un esfuerzo pero, hay esfuerzos que se agotan en sí mismos aunque recibas un salario por hacer eso y hay otros esfuerzos que te llevan a un disfrute y a un crecimiento personal. Pueden discutirme el hecho de que no todo el mundo puede trabajar en aquello que le gusta (sería muy largo de argumentar, si no se puede porqué no es posible o porque no sabemos crear las condiciones para ello) pero no pueden discutirme demasiado que nadie nos obliga a que el trabajo sea el único eje sobre el que pivota toda nuestra vida. Porque muchas veces el único objetivo de trabajar es tener dinero, no realizar una labor en sí misma. Y aquí es dónde quería llegar.

El que más o el que menos, se llena de alegría cuando como ahora, llegan unos días de fiesta. Y eso es normal y está bien. Pero cabe preguntarse, cuál es la medida de esa alegría. Porque si es una alegría razonable, sería lo normal que sucede al poder pasar unos días desconectados de obligaciones, horarios y de la tarea habitual. Pero si es un alborozo extremo, casi una necesidad de tomarse unos días para poder respirar, estás más cerca del tripallium de lo que parece.

El trabajo es una parte de nuestra vida, pero no toda la vida. El éxito profesional es algo bueno, pero no es lo único que importa. Porque cuando llegue la hora de partir, no creo que aquello de lo que más te enorgullezcas sea de tus éxitos profesionales, ni que aquello de que te arrepientas sea de no haber hecho alguna cosa referente al trabajo, como por ejemplo trabajar más horas. Piensa un poco en ello.

Por todo ello, trata de disfrutar del día a día, de hacer cosas que te llenen, de darle a tu trabajo la importancia que tiene, ni más ni menos. No esperes a tener vacaciones para tomar aire y desconectar. Disfruta a diario, respira a diario, vive cada día. Te recomiendo que leas este breve cuento:

Cuentan que una vez un hombre rico se horrorizó cuando vio a un pescador tranquilamente recostado junto a su barca, contemplando el mar y fumando apaciblemente su pipa, después de haber vendido el pescado.

– ¿Por qué no has salido a pescar? – le preguntó el hombre de negocios.

– Porque ya he pescado bastante por hoy – respondió el apacible pescador.

– ¿Por qué no pescas más de lo que necesitas? – insistió el industrial.

– ¿Y qué iba a hacer con ello? – preguntó a su vez el pescador.

– Ganarías más dinero – fue la respuesta – y podrías poner un motor nuevo y más potente a tu barca. Y podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de nylon, con las que sacarías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas… Y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico y poderoso como yo.

– ¿Y que haría entonces? – preguntó de nuevo el pescador.

– Podrías sentarte y disfrutar de la vida – respondió el hombre de negocios

– ¿Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento? – respondió sonriendo el apacible pescador.

Saludos a todos y espero sus reflexiones.